Formatear un ordenador implica eliminar completamente todos los datos almacenados en el disco duro y reinstalar el sistema operativo desde cero. Como resultado, se pierde toda la información que estaba presente en el disco duro antes del formateo. Esto incluye archivos personales (documentos, fotos, vídeos…), programas y aplicaciones, configuraciones personalizadas, drivers, actualizaciones y parches, entre otros.